Resumen
- Los requerimientos nutricionales durante la primera fase de lactancia de vacas lecheras exceden la capacidad fisiológica para consumir alimentos y satisfacer dichas necesidades, originando un desbalance nutricional que se refleja en disminución de peso y de la eficiencia productiva y reproductiva. Es necesario por lo tanto suministrar alimentos mejores que aporten cantidades considerables de energía no sobrepasando la relación de 60:40 de la materia seca total consumida entre concentrado y forraje. Las principales ventajas de la grasa que la hacen atractiva como suplemento basicamente es su valor energético. La grasa puede reemplazar la energía producida por los carbohidratos fermentables, desviando la fermentación ruminal hacia una mayor producción de ácido acético, mejorando los niveles de grasa en leche. El incremento de la densidad energética se traduce en un aumento de la producción de leche, debido a un cambio en la forma química de la energía metabolizable y a la mayor eficiencia de la síntesis de triglicéridos a partir de los ácidos grasos de cadena larga. El efecto más limitante en el empleo de grasa es la reducción de la digestibilidad ruminal, especialmente de fibra, asociado al tipo y dosis de grasa suplementada. En vacas lactantes los ácidos grasos de leche exceden los consumidos, la suplementación desarrolla un máximo de potencial aumentando el consumo de energía cuando el consumo de materia seca no es suficiente para cubrir los requerimientos nutricionales, encontrándose que la máxima eficiencia energética ocurre cuando un 15 a 20 por ciento de la energía metabolizable proviene de la grasa.