Resumen
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El plátano es una planta monocotiledónea (Liliópsida) y junto al banano ocupan el cuarto lugar en el mundo entre los cultivos más importantes, después de cereales como el maíz, el arroz y el trigo (Canto et al., 2015). Existen dos sistemas productivos para el cultivo de plátano. El primero, corresponde a monocultivos dedicados a la producción para mercados especializados, tanto nacionales como internacionales, pertenecientes a grandes empresas ubicadas principalmente en la zona de Urabá, la cual se destaca por participar con el 5 % de las exportaciones. El segundo, hace referencia a cultivos asociados, principalmente café, cacao y frutales, y se caracteriza por ser un sistema sostenible, de agricultura familiar y/o de pequeños productores que fundamentan su actividad agrícola en el autoconsumo y la venta de productos a los mercados de abastecimiento local (Belalcázar et al., 1991). Generalmente, los productores con áreas pequeñas, dedicados a la producción de plátano asociado con otros cultivos, dan prioridad al cultivo principal y dejan de lado las tecnologías generadas para el plátano, por lo cual son poco implementadas. En el mercado existe gran inestabilidad de los precios y diferencias entre los ingresos de los productores y el valor al cual compran los consumidores finales, influenciados en parte por la distancia de las unidades productivas al centro de acopio, el tipo de productor y, sobre todo, por la acción de los intermediarios dentro de la cadena productiva.