Resumen
- Actualmente, los sistemas de producción bovina se enfrentan a la variabilidad y el cambio climáticos, que producen impactos negativos sobre la respuesta animal (Tapasco et al., 2015). La base de alimentación de los bovinos está dada principalmente por gramíneas, las cuales son susceptibles a la estacionalidad y variabilidad climáticas (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura [fao] & Agencia de Desarrollo Rural [adr], 2019). La estacionalidad climática en la región, caracterizada por un periodo seco de entre 5 y 6 meses al año, disminuye la producción y la calidad nutricional de las gramíneas de pastoreo, lo que impacta negativamente la producción de leche o carne. Sin embargo, debido a la variabilidad climática, los periodos de lluvia también pueden llegar a ser frecuentes e intensos, con lo que generan las mismas consecuencias de las sequías en las ganaderías (Mahecha et al., 2002); todo esto conlleva al planteamiento de alternativas tecnológicas para mitigar esos efectos negativos sobre el sistema de producción.